Un buen reloj cumple muchas funciones. El elegido: será un compañero confiable de por vida en tu muñeca, reflejará tu estilo e intereses, contará una historia fascinante, encontrará una segunda vida como una reliquia preciada para los futuros niños y potencialmente servir como una mejor inversión que cualquier acción de primera clase. Los relojes conservan su valor tan bien que es posible pensar en ti como el custodio de una pieza durante su larga vida. Patek Philippe es la celebración de la tradición y la elegancia.
En una historia de más de 160 años, Patek Philippe no sólo ha conseguido renombre internacional, sino que una y otra vez ha confirmado su posición como uno de los relojeros más importantes del mundo. Ha salido ileso de las crisis, como el boom de los relojes de cuarzo de los años setenta, o la de los últimos años. Hoy en día, su salud empresarial se encuentra mejor que nunca.
En el Congreso de Viena de 1815, cuando las naciones vencedoras que habían en la Guerra con Napoleón comenzaron a redibujar el mapa de Europa de una forma arbitraria, fue el reino de Polonia, el que más resultó afectado por aquel injusto reparto. Lo que quedó, después de que Rusia se lucrará, era el antiguo Ducado de Varsovia, ahora conocido como “Congreso de Polonia”.
En este reino mermado, en el pequeño pueblo de Piaski, vivía modestamente una pareja, Joachim y Anna Patek de Prawdzic, con su hijo, Antoni Norbert, que llegó al mundo el 12 de junio de 1812.
Miles de polacos, incluyendo miembros del ejército, huyeron del país para escapar de las brutales represalias del zar y de la amenaza del pelotón de fusilamiento. Entre ellos estaba Antoni Norbert Patek. Primero encontró asilo político en París. Después de breves periodos trabajando para un comité de refugiados en Bamberg y como tipógrafo en Francia, eligió Ginebra como su nuevo hogar.
En esta famosa metrópolis relojera, era inevitable que Antoine Norbert de Patek -que era como se le conocía-, se viera contagiado por la fiebre relojera. Empezó comprando relojes de alta calidad, montados en estuches bajo su supervisión personal. Pero pronto esto ya no era suficiente para el ambicioso exiliado polaco. El 1 de mayo de 1839, en colaboración con François Czapek, un polaco de origen checo y un prestigioso relojero, Antoine Norbert de Patek sentó la piedra angular de su legendaria obra, fundando su propia fábrica de relojes bajo el nombre de Patek, Czapek & Co.
Antoine Norbert de Patek adquirió la ciudadanía suiza en 1843. El año siguiente, la joven empresa mostró sus productos en la exposición en París. Allí Patek conoció por primera vez al prestigioso relojero Jean Adrien Philippe.
En 1845, se funda Patek & Co., Philippe era uno de los socios. A partir del 1 de enero de 1851, la empresa fue renombrada como Patek Philippe & Co. Ese mismo año, la reina Victoria de Inglaterra adquirió un reloj de bolsillo de la firma.
Cuando las ventas se estancaron gradualmente en la depresión económica que siguió a los levantamientos europeos de 1848, Patek comenzó a viajar extensamente. Desde diciembre de 1854 hasta mayo de 1855 visitó Estados Unidos. Se reunió con Charles Lewis Tiffany, quien nombró a Patek Philippe como el principal proveedor de relojes de bolsillo de la compañía para los siguientes años. La compañía mostró sus relojes de bolsillo en la primera exposición universal de 1855 en París, donde le fue concedida una medalla de oro.
En 1976, el relojero suizo introdujo la colección Nautilus después de decidir que era el momento de producir también un reloj deportivo exclusivo con acabados de la más alta calidad. El nuevo modelo tenía un papel clave para la estrategia de marketing de Patek, ya que tenía que actualizar la imagen de marca, sin perder la tradición adquirida. El objetivo era identificar a la marca con dinámicos ejecutivos de negocios de las nuevas generaciones dominantes a finales de los años setenta.
Aunque Patek Philippe es con toda razón, famosa en la fabricación de relojería mecánica, la firma está también al frente de la industria como productores de cronometradores industriales y electrónicos, con sus originales relojes muy exactos instalados en las centrales de energía, hospitales, aeropuertos, y otros edificios públicos y fábricas.
La clientela ha incluido a muchos de los famosos de la historia, incluyendo realeza, la Reina Victoria, científicos distinguidos, artistas, escritores y músicos, incluyendo Albert Einstein, Marie Curie, Charlotte Bronte y Tchaikovsky. Hoy, evidentemente la mayor parte de la producción de la firma consta de relojes de pulsera, pero Patek Philippe conserva la habilidad de producir relojes de bolsillo, bajo encargo, de movimientos muy complicados y decorados con las pinturas en miniatura esmaltadas y grabados.
En 1990, Henri Stern renunció como presidente de Patek Philippe para disfrutar un retiro merecido. Desde entonces, su hijo Philippe Stern, que empezó a trabajar en Patek Philippe en 1977, ha sido responsable de supervisar las actividades de la corporación mercantil de la compañía.