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Ironman a los 70: la nueva generación de atletas senior rompe récords

Ironman a los 70: la nueva generación de atletas senior rompe récords

Imagina la escena: el reloj marca casi las 17 horas de competencia en una prueba Ironman y un triatleta de rostro cansado pero iluminado por la satisfacción cruza la meta. Lo sorprendente es que bajo ese casco y ese traje de neopreno hay un cuerpo de 80 años. Estos atletas mayores de 70 años están demostrando que la edad puede ser solo un número, redefiniendo los límites de lo que creíamos posible en el deporte y en la vida. Lejos de conformarse con la butaca de un sillón, ellos entrenan, compiten y completan una de las pruebas más extenuantes del mundo. Sus historias inspiran y nos obligan a replantearnos los estereotipos sobre el envejecimiento.

Rompiendo estereotipos sobre la vejez en el deporte

En el imaginario colectivo, cumplir 70 años solía asociarse con la jubilación, el descanso y una vida más sedentaria. Durante décadas, la sociedad ha manejado la idea de que a cierta edad uno debe “bajar el ritmo” y evitar esfuerzos físicos intensos. Sin embargo, los atletas septuagenarios y octogenarios están rompiendo esos estereotipos. Los triatlones Ironman, considerados entre los retos deportivos más duros, ya no son terreno exclusivo de gente joven o de mediana edad. Hoy en día, existen categorías de edad en la competencia para 70-74 años, 75-79 e incluso 80+, algo impensable hace unas pocas décadas.

Ver a un atleta de 75 u 80 años con un dorsal en el pecho, dispuesto a nadar 3,8 km, pedalear 180 km y luego correr 42 km, causa admiración y también cuestiona nuestros prejuicios. Estos deportistas dejan claro que envejecer no equivale a volverse frágil o pasivo. Al contrario, muchos encuentran en el deporte un nuevo impulso vital.

Ejemplos inspiradores: Ironman después de los 70

Detrás de estas cifras y categorías hay personas de carne y hueso con historias increíbles. Uno de los nombres más emblemáticos es el de Sister Madonna Buder, más conocida como la ‘Monja de Hierro’. Esta religiosa estadounidense empezó a correr a los 48 años, completó su primer triatlón a los 52 y se atrevió con su primer Ironman a los 55. Ha completado más de 340 triatlones y ha batido récords mundiales de longevidad deportiva.

Otra historia formidable es la del japonés Hiromu Inada. A sus 69 años, tras jubilarse, Inada buscaba un nuevo desafío y lo encontró en el triatlón. Participó en su primer Ironman a los 77 y finalmente, en 2016, con 84 años, cruzó la meta del Ironman de Kona en 16 horas y 49 minutos. En 2018 volvió con 85 años y registró otro Ironman finalizado.

Junto a Buder e Inada hay otros pioneros como Lew Hollander, Bob Scott o Cherie Gruenfeld, quienes en sus 70 u 80 siguen rompiendo barreras.

Disciplina, mentalidad y estilo de vida

Para rendir en un Ironman a los 70 u 80 años se requiere entrenar de forma inteligente, cuidar el cuerpo y mantener una mentalidad positiva. Muchos de estos atletas siguen rutinas estrictas, se levantan temprano, entrenan todos los días y cuidan su alimentación. Buder, por ejemplo, corría para ir a la iglesia o para visitar a presos, y adaptaba su dieta para obtener la energía necesaria.

La disciplina implica también saber escuchar al cuerpo: descansar cuando hace falta, cuidar lesiones, adaptarse a los cambios. Y la mentalidad es igual de crucial: la paciencia, la perseverancia y el optimismo definen su actitud frente al entrenamiento y la vida. Cada kilómetro recorrido es una victoria, cada competencia un motivo de orgullo.

Más allá del físico: la transformación mental

Los desafíos que enfrentan estos Ironman senior también transforman su mente y emociones. Las horas de competencia forjan un carácter de acero. Superarse físicamente les llena de autoestima y alimenta un espíritu juvenil. Donde antes veían una etapa de “menos”, ahora viven una etapa de “más”: más libertad, más gratitud, más oportunidades para superarse.

El deporte también les mantiene socialmente activos. Forman parte de una comunidad deportiva que los respeta y admira, lo cual refuerza su salud emocional. Se sienten parte de algo grande, y eso combate el aislamiento que muchas veces acompaña a la vejez.

Repensar lo que significa envejecer

Las hazañas de estos Ironman senior son lecciones de vida. Nos enseñan que siempre estamos a tiempo de desafiar nuestros propios límites. Quizá su disciplina nos motive a caminar más, correr una carrera, aprender a nadar o simplemente movernos con más intención.

Ellos nos recuerdan que la edad no es un freno. Que la tercera edad puede ser la etapa más vibrante si la vivimos con propósito. La imagen de una persona de 85 años cruzando la meta de un Ironman nos conmueve porque refleja el poder del espíritu humano. Nos dicen, con cada zancada, que el único fracaso es no intentarlo.

Así que la próxima vez que veas a alguien de cabellos plateados correr por el parque o pedalear en una bici, quizás estés viendo a un héroe silencioso que nos enseña que los años vividos son combustible para las metas que aún quedan por delante. La edad suma canas, sí, pero también gloria.


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