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Informe global sobre la población mayor de 50 años (FIFTIERS) en el Mundo

Informe global sobre la población mayor de 50 años (FIFTIERS) en el Mundo

La población mundial está envejeciendo a un ritmo acelerado. Las personas mayores de 50 años —a menudo denominadas “fiftiers” en algunos ámbitos— constituyen un segmento cada vez más amplio de la sociedad global. Este grupo abarca tanto a quienes se encuentran en la recta final de su vida laboral como a jubilados y adultos mayores plenamente inmersos en la etapa de retiro. Su impacto económico y cultural es significativo y creciente, lo que ha dado lugar al concepto de “economía plateada” o silver economy, que engloba las actividades económicas vinculadas a este segmento de la población​. Este informe presenta un panorama detallado de la población de 50 años o más a nivel mundial, abordando tanto su situación económica (ingresos, empleo, consumo, ahorro, inversión, gasto en salud, pensiones, jubilación, etc.) como los aspectos culturales y de estilo de vida (uso de tecnología, hábitos de consumo, salud y bienestar, actividades recreativas, turismo, educación continua, redes sociales, etc.). También se incluyen datos comparativos por regiones, así como proyecciones a futuro (2030, 2040) y tendencias esperadas en el comportamiento de esta población.

La información se sustenta en fuentes oficiales y actualizadas, como la Organización de las Naciones Unidas (ONU), el Banco Mundial, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), organismos de investigación (Pew Research Center), entidades especializadas (AARP) y bases de datos estadísticas (Eurostat, Statista), entre otras. A continuación, se presenta el análisis estructurado en secciones temáticas para facilitar su consulta.

Demografía global de los mayores de 50 años

El envejecimiento demográfico es un fenómeno mundial. En 2020, se estimaba que había aproximadamente 1.900 millones de personas de 50 años o más en el mundo, lo que equivale a cerca del 24% de la población global​. Dicho de otro modo, casi una de cada cuatro personas en el planeta superaba el medio siglo de vida. Esta proporción ha aumentado de forma constante en las últimas décadas debido a la combinación de dos tendencias: la reducción de las tasas de natalidad y el incremento de la esperanza de vida. Según datos de la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS), por primera vez en la historia, en 2020 el número de personas mayores de 60 años superó al de niños menores de 5 años a nivel mundial​. Este hito histórico refleja la inversión de la pirámide poblacional mencionada frecuentemente en los análisis demográficos​.

Los mayores de 50 años incluyen a un rango amplio que va desde adultos de mediana edad hasta ancianos. Dentro de este grupo, los subgrupos de mayor edad están creciendo con mayor rapidez. Por ejemplo, en 2020 había alrededor de 1.000 millones de personas de 60 años o más, cifra que se prevé alcance 1.400 millones en 2030 y 2.100 millones en 2050, prácticamente doblando su peso de 12% a 22% de la población mundial entre 2015 y 2050. Aún más notable es el crecimiento de los grupos de edad avanzadas: el número de personas con 80 años o más se triplicará entre 2020 y 2050, pasando de unos 143 millones a 426 millones en el mundo​.

Envejecimiento por regiones

El envejecimiento poblacional no ocurre de forma homogénea en todas las regiones. Las economías desarrolladas presentan ya las poblaciones más envejecidas, mientras que las regiones en desarrollo todavía son relativamente jóvenes pero están envejeciendo aceleradamente. Europa es actualmente el continente con mayor proporción de adultos mayores: alrededor del 25% de la población europea tenía 60 años o más hacia 2017​. En países como Japón, más del 30% de los habitantes tienen 60+ años (es uno de los países más envejecidos del mundo)​. Italia, Alemania, Suecia o Grecia también cuentan con altos porcentajes de personas mayores (entre 20% y 22% de 65+ en sus poblaciones en años recientes)​. En contraste, regiones como África y ciertas partes de Asia Meridional mantienen poblaciones muy jóvenes: en África, apenas cerca del 5% de la población tiene más de 60 años en la actualidad​. No obstante, incluso en estas regiones se observará un incremento significativo en las próximas décadas.

En términos absolutos, Asia alberga el mayor número de personas mayores (debido a su gran población total). Por ejemplo, China e India, los países más poblados, ya están experimentando un rápido aumento de sus habitantes mayores de 50 y 60 años. China contaba con unos 254 millones de personas de 60+ en 2019 (aprox. 18% de su población) y se proyecta que esa cifra se dispare en las próximas décadas​. América Latina y el Caribe, por su parte, están en una etapa intermedia de transición demográfica: países como Uruguay, Chile, Argentina o Cuba tienen poblaciones relativamente envejecidas (con 15% o más de 60+), mientras que otros aún son más jóvenes, pero en todos se prevé un fuerte aumento de la proporción de adultos mayores para 2030–2050.

Según proyecciones de la ONU, hacia 2050 prácticamente todas las regiones del mundo (exceptuando África) tendrán un cuarto de su población con 60 años o más. En África, aunque la proporción será menor, también aumentará (se espera que el porcentaje de 60+ en ese continente aproximadamente se duplique, rondando el 9-10% para 2050). En cambio, Europa podría acercarse o incluso superar un 35% de mayores de 60, y Asia y América Latina alrededor de 25% cada una para mediados de siglo, reflejando un envejecimiento convergente. Este cambio demográfico universal implica que para 2050 habrá cerca de 3.200 millones de personas de 50+ en el planeta (frente a 1.900 millones en 2020)​, lo que equivaldrá aproximadamente a un tercio de la población mundial (en comparación con menos de una cuarta parte actualmente).

Para resumir estas tendencias demográficas, la siguiente tabla presenta algunos indicadores globales y proyecciones relacionadas con la población mayor:

Indicador global (50+ años) ~2020 ~2050 (proy.)
Población mundial ≥50 años 1.900 millones de personas​ 3.200 millones de personas​
% de la población mundial (≥50 años) 24%​ ~33% (aprox. un tercio)
Población mundial ≥60 años 1.000 millones (12%) 2.100 millones (22%)​
Población mundial ≥80 años ~143 millones​ 426 millones​
Personas 50+ en países de ingresos bajos/medios ~% de 50+ global: 70% (2020) ~% de 50+ global: 80% (2050)​

Tabla 1: Indicadores demográficos globales de la población mayor (cifras aproximadas de 2020 y proyecciones para 2050). Obsérvese el rápido crecimiento absoluto y relativo de los grupos de mayor edad. Fuentes: ONU, OMS, AARP.

Cabe destacar que el envejecimiento es especialmente acelerado en los países en desarrollo. De hecho, se estima que para 2050 cerca del 80% de las personas mayores vivirán en países de ingresos bajos y medios​. Esto contrasta con décadas pasadas, cuando la vejez era un fenómeno predominante de las naciones ricas. Países como China, Brasil o México enfrentan en pocas décadas cambios demográficos que Europa experimentó gradualmente a lo largo de casi un siglo. Esto plantea retos particulares, ya que muchas de estas sociedades deberán atender a una gran población mayor sin haber logrado todavía niveles de riqueza per cápita comparables a los de las economías avanzadas.

Impacto económico de las personas de más de 50 años

El grupo de personas de 50 años y más tiene un peso económico considerable, tanto por su participación en el mercado laboral (en el caso de aquellos que aún trabajan) como por su aporte al consumo, la inversión y la demanda de servicios (especialmente en áreas como salud y cuidados). A continuación, se examinan diversos aspectos económicos: ingresos y empleo, patrones de consumo y ahorro, inversiones, gasto en salud, y la situación de pensiones y jubilaciones para este segmento poblacional.

Empleo e ingresos de los mayores de 50 años

Muchas personas continúan económicamente activas después de los 50 años, aunque las tasas de participación laboral disminuyen con la edad, especialmente a partir de los 60. En las economías avanzadas, se observa una tendencia reciente a retrasar la edad de jubilación y a prolongar la vida laboral. En la OCDE (un bloque de países mayormente desarrollados), la tasa de empleo del grupo de 55 a 64 años alcanzó un récord de ~64% en 2023, un aumento de 8 puntos porcentuales respecto a una década atrás​. Esto refleja políticas de envejecimiento activo y la necesidad de sostener los sistemas de pensiones. Sin embargo, aún existen brechas: en muchos países, la edad efectiva de salida del mercado laboral sigue siendo inferior a la que era hace 30 años, a pesar de la mayor longevidad​. Además, persisten desafíos como la discriminación por edad y la dificultad de capacitación continua, que pueden hacer difícil que trabajadores mayores mantengan sus habilidades actualizadas o encuentren nuevas oportunidades laborales​.

En economías en desarrollo, una proporción considerable de adultos mayores sigue trabajando, muchas veces en el sector informal o en actividades de subsistencia, debido tanto a aspectos culturales (por ejemplo, roles activos de los abuelos en la economía familiar) como a la falta de protección social suficiente que les permita un retiro completo. Globalmente, se estima que solo 1 de cada 3 trabajadores cotiza a un sistema de pensiones formal​, lo que implica que muchos individuos llegan a la vejez sin una pensión contributiva, obligándoles a seguir generando ingresos en la medida de lo posible.

En términos de ingresos, los mayores de 50 años presentan situaciones variadas. En países de altos ingresos, este grupo suele haber alcanzado sus niveles máximos de salario durante la década de los 40 o 50 años, y posteriormente muchos pasan a depender de pensiones, ahorros e inversiones. En promedio, los ingresos tienden a disminuir al jubilarse, pero muchos mayores cuentan con activos acumulados a lo largo de su vida laboral. Por ejemplo, en Estados Unidos, la generación del baby boom (nacidos entre 1946 y 1964, que en 2025 tienen entre ~61 y 79 años) posee colectivamente una riqueza muy superior a la de generaciones más jóvenes; según datos de la Reserva Federal, los boomers tienen 11 veces más riqueza que los millennials (nacidos en los 80-90) en ese país​. Esto ilustra cómo, si bien los ingresos corrientes de los mayores pueden no ser altos, su patrimonio neto (viviendas pagadas, ahorros, inversiones) suele ser significativo en las sociedades acomodadas.

En contraste, en países de bajos ingresos, muchos adultos mayores carecen de ahorros sustanciales. Sus ingresos provienen a menudo de actividades laborales de baja remuneración, apoyo de la familia y, cuando existe, una pensión pública modesta o programas de asistencia social. La pobreza en la vejez es un riesgo real en muchas partes del mundo. En la OCDE, a pesar de los sistemas de protección, las tasas de pobreza relativa suelen ser más altas entre los mayores de 75 años que en la población general​. Por ello, varios países han implementado pensiones sociales no contributivas para adultos mayores pobres. Estas pensiones sociales han expandido la cobertura en regiones en desarrollo; por ejemplo, los “social pensions” (pensiones sociales) ya cubren cerca del 35% de la población de 60+ en regiones como Asia-Pacífico, América Latina, el sur de Asia y países de Europa del Este, proporcionando un ingreso básico a quienes no cotizaron en su vida laboral. No obstante, muchos mayores en economías informales siguen desprotegidos.

Aporte al PIB y empleo global

Los mayores de 50 años no solo son beneficiarios de pensiones o asistencias; también contribuyen sustancialmente a la economía global. De acuerdo con un informe de AARP y Economist Impact, en **2020 las personas de 50 años o más aportaron alrededor de $45 billones de dólares al Producto Interno Bruto (PIB) mundial, lo que equivale al 34% del PIB global, pese a representar solo el 24% de la población. Este fenómeno, denominado la “economía de la longevidad” (longevity economy), refleja el poder económico de este grupo etario. Se proyecta que para 2050 el aporte económico de los 50+ alcance $118 billones (39% del PIB mundial), conforme este segmento poblacional crezca en tamaño relativo y mantenga su actividad económica​.

El impacto económico de este grupo se manifiesta también en la generación de empleo. Mediante su consumo de bienes y servicios, la población 50+ sostiene aproximadamente un tercio de los empleos en el mundo. En 2020, el gasto de los mayores respaldó alrededor de 1.000 millones de puestos de trabajo (33% del empleo global), que generaron $23 billones en ingresos laborales, y para 2050 se estima que podrían sustentar 1.500 millones de empleos con $53 billones en remuneraciones. Esto incluye no solo a las personas mayores que trabajan, sino también los empleos de otras personas que existen gracias a la demanda que generan los consumidores de más de 50 (por ejemplo, trabajos en salud, turismo, servicios financieros, cuidado, etc. atendiendo a este grupo).

Otro aspecto importante es la contribución no remunerada de los adultos mayores. Muchas personas mayores de 50 dedican tiempo al voluntariado, el cuidado de familiares (como nietos o cónyuges enfermos) y otras actividades comunitarias. Se ha estimado que, en promedio, estas contribuciones equivalen a unos $20.500 dólares anuales por persona mayor en forma de trabajo no pagado a la sociedad​. Este valor invisible incluye el apoyo que brindan como cuidadores (reduciendo costos de cuidado infantil o sanitario) y su participación en organizaciones civiles, que es crucial para el tejido social.

Consumo, ahorro e inversión de los “fiftiers”

El segmento de mayores de 50 años es un motor de consumo global. En 2020, este grupo realizó la mitad del gasto de consumo a nivel mundial (aproximadamente $35 billones de dólares de gasto de los hogares)​. Su participación en el consumo supera con creces su peso demográfico, y se espera que para 2050 alcance casi el 60% del consumo mundial (unos $96 billones). Esto indica que los patrones de consumo global estarán cada vez más influidos por las preferencias y necesidades de los consumidores maduros.

En varias categorías de gasto, las personas de 50+ ya representaban en 2020 alrededor de la mitad o más de la demanda mundial:

  • Salud: los mayores impulsan cerca del 60% del gasto global en salud​, reflejando su necesidad de medicamentos, atención médica, seguros de salud y productos de cuidado personal.

  • Servicios financieros y personales: ~52% del gasto en bienes y servicios diversos (que incluyen servicios profesionales, financieros, seguros, cuidados personales) provino de este grupo​.

  • Vivienda y servicios básicos: aproximadamente 51% del gasto en vivienda, alquileres, mantenimiento del hogar y servicios como electricidad y agua fue realizado por hogares encabezados por mayores.

  • Alimentos y bebidas: cerca del 49% del gasto global en alimentación y bebidas correspondió a consumidores de más de 50​.

  • Transporte: alrededor del 49% del consumo en transporte (vehículos, combustible, transporte público, etc.) fue atribuible a este segmento​.

Estos patrones evidencian que las personas mayores sustentan mercados enteros. Suelen tener mayor poder adquisitivo disponible una vez que han pagado deudas como hipotecas o finalizado la crianza de hijos. Por ello, en las economías desarrolladas, a menudo se describe a los jubilados y pre-jubilados como un grupo con tiempo y recursos para consumir en ocio, turismo, bienestar y otros rubros. Empresas de diversos sectores (turismo, automotriz, inmobiliario, banca, tecnología, cuidado personal) están adaptando productos y marketing para atender a este creciente mercado de consumidores sénior.

En cuanto a ahorro e inversión, típicamente durante la etapa de 50 a 65 años muchas personas alcanzan su pico de ahorro de cara a la jubilación. En sistemas de ciclo de vida estándar, las personas ahorran e invierten fuertemente en la mediana edad para luego usar esos ahorros en la vejez. Por ejemplo, invierten en fondos de pensiones, inmuebles o depósitos. En países donde existen planes de pensiones privados o ahorro individual, el grupo de 50-60 años suele ser el que aporta mayores montos, acumulando riqueza financiera. No es casualidad que los mayores de 50 posean una gran proporción del patrimonio: en Estados Unidos, como se mencionó, los boomers controlan la mayoría de los activos financieros; en Europa, la edad mediana de los millonarios y de los propietarios de vivienda pagada suele estar también por encima de 50 años.

Tras la jubilación, las personas empiezan gradualmente a desahorrar, es decir, a utilizar sus ahorros e inversiones para financiar su consumo. Sin embargo, cabe notar que muchos mayores siguen manteniendo comportamientos prudentes: tienden a ser inversores más conservadores (privilegiando instrumentos de bajo riesgo, renta fija, etc.) y a moderar su gasto para no agotar sus recursos, especialmente ante la incertidumbre de una vida cada vez más larga. En algunos contextos, las personas mayores continúan acumulando ahorros incluso en edades avanzadas, sea por precaución ante costos médicos futuros o para dejar herencia.

En países sin acceso a sistemas formales, el ahorro puede tomar formas distintas, como inversión en ganado, joyas, propiedades, o apoyo a familiares jóvenes a cambio de cuidado futuro. Culturalmente en muchas sociedades en desarrollo, los hijos son vistos como la “inversión” de los padres para asegurar sustento en la vejez. Esto está cambiando lentamente con la urbanización y la migración, pero sigue siendo relevante en términos de comportamiento económico de los mayores en lugares con redes familiares extensas.

Gasto en salud y bienestar

La salud es un aspecto central en la vida de las personas mayores, y también uno de los capítulos de gasto más importantes. Conforme se envejece, aumentan las necesidades de atención médica, prevención y tratamientos de enfermedades crónicas. Como vimos, globalmente los mayores de 50 son responsables de ~60% del consumo en salud​. En países con sistemas de salud públicos fuertes, esto significa una gran presión fiscal para sostener hospitales, medicinas y pensiones de invalidez; en países sin cobertura universal, significa que las familias y los propios mayores destinan gran parte de sus ingresos al cuidado de su salud.

Entre las condiciones de salud más comunes en la vejez se encuentran: enfermedades crónicas no transmisibles (como hipertensión, diabetes, enfermedades cardiovasculares), problemas osteoarticulares (artritis, osteoporosis, dolor de espalda y cuello), deterioros sensoriales (pérdida de audición, cataratas y otros problemas de visión) y condiciones como la depresión y demencia que tienden a aumentar con la edad. La OMS destaca que muchos mayores sufren múltiples dolencias simultáneamente (comorbilidades) a medida que envejecen​, lo cual hace necesario modelos integrales de atención y manejo.

El gasto en salud por persona aumenta exponencialmente en las edades avanzadas. Por ejemplo, en la Unión Europea, una parte desproporcionada del gasto sanitario público se destina a personas en el último tramo de la vida. Además de la atención médica curativa, hay un creciente enfoque en la promoción de la salud y el bienestar en este grupo: actividades preventivas, ejercicio físico adaptado, nutrición, etc., para fomentar el “envejecimiento saludable”. Muchos mayores de 50 adoptan estilos de vida activos, participando en gimnasia, yoga, senderismo u otros ejercicios adecuados a su condición, con el fin de mantenerse en forma. También existe una creciente industria de tecnologías y servicios para el bienestar (desde relojes inteligentes que monitorean signos vitales, hasta aplicaciones de telemedicina y casas inteligentes) orientados a las necesidades de una población que desea vivir de forma independiente y saludable durante más tiempo​.

Otro rubro crítico es el gasto en cuidados de largo plazo. A medida que la esperanza de vida se extiende, un segmento de la población mayor requerirá apoyo para las actividades cotidianas (ya sea en residencias de ancianos, con cuidadores a domicilio o por parte de familiares). En países como Japón o algunos europeos, la proporción de muy ancianos (80+ años) que necesitan cuidados es creciente​. Esto impulsa costos considerables, ya sea a los sistemas públicos (cuando ofrecen seguros de dependencia) o a las familias. Muchos países están explorando formas de financiar y organizar estos cuidados de larga duración, por ejemplo mediante seguros específicos o promoviendo la economía del cuidado.

Pensiones y jubilación

El acceso a pensiones dignas es uno de los principales determinantes del bienestar económico de las personas mayores. Existen diferentes modelos de pensiones en el mundo (públicas de reparto, privadas de capitalización, mixtas, no contributivas, etc.), pero un desafío común es asegurar la sostenibilidad financiera ante el envejecimiento de la población.

En numerosos países desarrollados, las edades de jubilación se están incrementando gradualmente. La OCDE reporta que 23 de 38 países miembros han legislado aumentos en la edad de retiro, de tal forma que la edad normal de jubilación alcanzará en promedio los 66.3 años para hombres y 65.8 para mujeres en las próximas décadas (para quienes se incorporan hoy al mercado laboral)​. Algunos países incluso la vinculan a la esperanza de vida, proyectando jubilaciones a los 67, 68 o hasta 70 años en el futuro (por ejemplo, Dinamarca, Italia, Países Bajos, Suecia podrían ver edades normales de jubilación de 70+ años hacia 2050 si continúa aumentando la longevidad)​. Esta reforma busca mantener más gente activa por más tiempo, aligerando la carga sobre los sistemas de pensiones.

A pesar de estas tendencias, las jubilaciones efectivas (edad real de salida) a veces ocurren antes debido a retiros anticipados, acuerdos laborales o salud. En la práctica, hasta hace poco, en muchos países la gente se jubilaba a los 62-63 años en promedio, aunque esto está cambiando lentamente. En la Unión Europea y otras regiones, se han introducido incentivos para retrasar la jubilación (bonificaciones por cada año adicional trabajado, restricciones a las prejubilaciones) y desincentivos a retirarse temprano.

En cuanto a la cobertura previsional, existe disparidad: en Europa Occidental prácticamente toda la población mayor recibe algún tipo de pensión (pública o privada). En América Latina, los sistemas varían: países como Argentina, Brasil o Uruguay tienen coberturas altas (gracias a sistemas contributivos complementados con pensiones no contributivas), mientras que otros tienen grandes brechas, especialmente entre quienes trabajaron en el sector informal. En Asia, Japón y Corea cuentan con sistemas amplios, pero en países del sur de Asia o sureste asiático muchos ancianos dependen de la familia. Globalmente, cerca de la mitad de las personas de edad no cuenta con pensión (sea contributiva o no), lo cual refleja la necesidad de ampliar la seguridad social en el mundo en desarrollo. La informalidad laboral de décadas pasadas se traduce en falta de contribuciones; por eso la expansión de pensiones sociales (pagadas por el Estado) se ha vuelto una política crucial en muchos lugares​.

El peso fiscal de las pensiones es significativo en las economías envejecidas. Países europeos dedican entre 8% y 13% de su PIB a pagar pensiones públicas a los adultos mayores. Japón e Italia, por ejemplo, invierten por encima del 10% del PIB en esta partida debido a su gran proporción de jubilados. Conforme la cohorte de baby boomers ha ido entrando en jubilación, los gastos previsionales han crecido. Esto genera debates sobre la reforma de pensiones, incluyendo ajustes paramétricos (edad, cálculo de beneficios, contribuciones) y promoción de pensiones privadas complementarias.

Para ilustrar la situación actual: entre 2010 y 2050, la población mundial aumentará en 2.000 millones de personas, pero la población mayor (60+) aumentará en 1.300 millones. Esto significa que la mitad del crecimiento poblacional global en la primera mitad del siglo XXI corresponderá a adultos mayores, un dato elocuente sobre la “carga” que pueden suponer si no se implementan políticas adecuadas. Al mismo tiempo, este grupo es también un activo económico y social si se aprovecha su potencial: muchos mayores desean y pueden seguir contribuyendo, ya sea en el mercado laboral, como emprendedores (hay una tendencia de emprendedores seniors iniciando negocios), mentores de jóvenes, voluntarios o cuidadores.

Aspectos culturales y estilo de vida de los mayores de 50 años

Más allá de las cifras económicas, la vida de las personas mayores de 50 años abarca dimensiones sociales, culturales y de estilo de vida que están evolucionando. Desde la adopción de nuevas tecnologías hasta los patrones de ocio y aprendizaje a lo largo de la vida, este segmento es heterogéneo y dinámico. En esta sección exploramos cómo los “fiftiers” alrededor del mundo usan la tecnología, cuáles son sus hábitos de consumo y recreación, cómo cuidan de su salud y bienestar, de qué manera participan en actividades educativas o comunitarias, y su rol en ámbitos como el turismo y las redes sociales.

Uso de tecnología y redes sociales

Aunque podría pensarse que la tecnología digital es terreno exclusivo de los jóvenes, las personas mayores de 50 (y especialmente las de 50 a 70) han incrementado notablemente su uso de dispositivos e Internet en los últimos años. La brecha digital generacional aún existe, pero se está reduciendo en muchos países. Por ejemplo, en la Unión Europea, en 2020 un 61% de las personas de 65 a 74 años había usado internet recientemente (en los últimos 3 meses), comparado con el 98% de los jóvenes de 16 a 24 años​. Si bien los mayores tenían una menor presencia en línea que los jóvenes, en países nórdicos casi la totalidad de los seniors usan internet (Dinamarca reportó un 94% de uso en 65-74 años), mientras que en algunos países del este de Europa las tasas eran mucho menores (solo 25% de las personas de 65-74 en Bulgaria usaban internet)​. Estas diferencias indican que la adopción tecnológica por parte de los mayores depende tanto de la infraestructura disponible como de habilidades y relevancia percibida.

En Estados Unidos, datos de Pew Research muestran tendencias similares: en 2000 solo el 14% de los adultos mayores usaban Internet, mientras que para 2021 alrededor del 75% de los mayores de 65 años eran usuarios de internet​. Asimismo, cerca del 45% de los estadounidenses de 65+ utilizan redes sociales (frente a más del 80% en adultos jóvenes), lo cual representa un gran salto frente a apenas el 10% de hace una década​. Plataformas como Facebook y YouTube son especialmente populares entre los mayores: en EE. UU., un 72% de las personas de 50-64 años y un 40% de las de 65+ estaban en alguna red social en 2019​. YouTube, en particular, ha captado audiencia senior para tutoriales, noticias y entretenimiento, y aplicaciones de videollamadas se volvieron imprescindibles para muchos mayores durante la pandemia de COVID-19.

En los países en desarrollo, el acceso de los mayores a la tecnología depende de la expansión general de Internet. A medida que aumenta la penetración de smartphones, incluso ancianos en zonas rurales están comenzando a usarlos para comunicarse con familiares (por ejemplo, a través de WhatsApp) o para acceder a información. Sin embargo, la brecha sigue siendo significativa: los adultos mayores tienen menos probabilidades de poseer teléfonos inteligentes o saber usarlos plenamente comparados con adultos jóvenes. Iniciativas de alfabetización digital para mayores han surgido en diversas regiones, buscando enseñar desde operaciones básicas hasta habilidades como comercio electrónico o telemedicina.

La tecnología asistiva también es un campo en crecimiento: dispositivos específicamente diseñados para personas mayores, como monitores de salud portátiles, asistentes de voz para recordatorios (medicación, citas), sensores en el hogar (detectores de caídas, iluminación automática), etc., están facilitando que las personas prolonguen su independencia. La Inteligencia Artificial (IA) y el Internet de las Cosas (IoT) se mencionan como pilares futuros de la economía plateada, ofreciendo hogares inteligentes adaptados a las necesidades de un público “maduro pero demasiado joven para sentirse viejo”​. Un ejemplo son los robots de compañía o asistentes virtuales que ya se prueban en Japón para brindar conversación y ayuda básica a ancianos que viven solos.

En resumen, los “fiftiers” de hoy están mucho más conectados que la generación anterior a su edad. Es de esperar que para 2030-2040, quienes entonces tengan más de 50 años habrán convivido gran parte de su vida con internet y smartphones, reduciendo aún más la brecha digital. No obstante, será importante seguir adaptando la usabilidad de la tecnología (p. ej., interfaces sencillas, letras grandes, accesibilidad) para que ningún mayor se quede atrás en la era digital.

Hábitos de consumo, ocio y actividades recreativas

Lejos de los estereotipos pasivos, una gran proporción de adultos mayores de 50 lleva vidas activas y socialmente enriquecidas. Tras la crianza de hijos (en muchos casos) y acercándose o entrando en la jubilación, suelen reorientar su tiempo hacia hobbies, viajes, vida social, y proyectos personales postergados. Varios rasgos característicos del consumidor senior en países desarrollados han sido identificados:

  • Mayor lealtad a las marcas: tienden a ser consumidores fieles a productos y marcas que les ofrecen confianza y calidad, a diferencia de los jóvenes que exploran más opciones. Asimismo, exigen productos adaptados a sus preferencias (comodidad, facilidad de uso) y están dispuestos a pagar por calidad​.

  • Enfoque en experiencias: valoran gastar en experiencias más que en bienes materiales, sobre todo los mayores ya retirados. Viajar, disfrutar de la gastronomía, actividades culturales o lúdicas se vuelven prioridades, aprovechando que muchos han reducido cargas financieras.

  • Cuidado personal y salud: dedican más recursos a mantenerse en forma, comer saludable y verse bien. Muchos incorporan rutinas de ejercicio (desde caminatas hasta deportes de bajo impacto como natación, ciclismo o golf). El consumo de productos orgánicos, suplementos alimenticios y servicios de fitness/wellness es notable en este grupo​.

  • Ocio en casa y fuera: Disfrutan tanto de actividades hogareñas (lectura, jardinería, manualidades, juegos de mesa, televisión) como de salir a eventos (conciertos, teatro, reuniones con amigos). Un dato: en la UE, los turistas mayores de 65 suelen preferir viajar fuera de las temporadas altas y hacer estancias más largas, a menudo dentro de su propio país y alojándose en casas propias o de familiares​.

  • Turismo senior: El turismo es un rubro donde los mayores tienen fuerte presencia. En Europa, los viajeros de 65+ años representaron casi 1 de cada 4 pernoctaciones turísticas en 2022​. Si bien más de la mitad de las personas mayores en la UE no viajan en un año dado (por motivos de salud, económicos o de desinterés), aquellos que sí viajan tienden a realizar viajes más prolongados (en la UE, las vacaciones de los ≥65 duran en promedio 6,3 noches, más que las de los jóvenes) y mayoritariamente dentro de su país de residencia​. También suelen preferir alojamientos no rentados (casas de familiares, segundas viviendas), y viajar acompañados por pareja o familia. A nivel global, antes de la pandemia se observaba que cerca de un tercio o más de los viajeros internacionales eran mayores de 50 años, y se espera que esa proporción crezca en la era pospandemia conforme este grupo retome los viajes pendientes. Agencias de viajes y destinos turísticos han desarrollado ofertas especializadas (tours culturales, turismo de salud, cruceros temáticos) dirigidas al público senior, que tiende a viajar fuera de temporada pico y a destinos culturales o naturales.

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  • Deporte y vida activa: Muchos “fiftiers” se mantienen físicamente activos. Participan en ligas amateurs de deportes (desde tenis hasta bolos), senderismo, baile de salón, yoga, tai chi, etc. Estas actividades además de ejercicio ofrecen socialización. Los programas municipales o comunitarios para adultos mayores (clases de baile, gimnasia en parques, caminatas grupales) son comunes en diversas ciudades alrededor del mundo.

En países en desarrollo, los patrones de ocio de los mayores pueden ser diferentes debido a normas culturales y recursos disponibles. Por ejemplo, en sociedades más tradicionales es común que las personas mayores pasen gran parte de su tiempo involucradas en la vida familiar —cuidando nietos, participando en eventos religiosos o comunitarios— más que en actividades recreativas individuales. Sin embargo, a medida que la urbanización y modernización avanzan, también en estas sociedades surgen clubes de adultos mayores, excursiones organizadas y otras oportunidades para el esparcimiento senior.

Educación continua y participación social

El aprendizaje no termina con la juventud. Un aspecto importante del bienestar de las personas mayores es la oportunidad de seguir aprendiendo y desarrollándose. Muchos mayores de 50 años buscan activamente formación en nuevas habilidades, ya sea por exigencias laborales (recapacitación para adaptarse a tecnología, por ejemplo) o por realización personal (estudiar materias de interés, aprender idiomas, música, arte, etc.). Se habla del concepto de lifelong learning (aprendizaje a lo largo de la vida) como clave para un envejecimiento activo.

En la práctica, la participación de los mayores en educación formal es aún limitada comparada con otros grupos de edad, pero va en aumento. En la Unión Europea, se estimaba hacia 2019 que solo alrededor del 6% de las personas mayores de 55 años participaban en actividades de educación o formación (formal o no formal) recientes​. Esta tasa es aproximadamente la mitad de la tasa de participación de los adultos en general, indicando que los mayores siguen estando sub-representados en las aulas. Las barreras pueden incluir desde falta de oferta educativa adecuada (horarios flexibles, contenido pertinente) hasta creencias autoimpuestas (“soy muy mayor para estudiar”). Sin embargo, hay iniciativas exitosas como las Universidades de la Tercera Edad, presentes en numerosos países, que ofrecen cursos universitarios adaptados a jubilados en temas que van desde historia, literatura, computación básica, hasta cursos de posgrado. También proliferan talleres locales, bibliotecas con programas para mayores y cursos en línea (muchos adultos mayores han descubierto MOOCs y tutoriales en internet para aprender por su cuenta).

La participación social de los mayores es otra faceta fundamental. En muchas culturas, la gente mayor ocupa roles de liderazgo en la comunidad (p. ej., consejos de ancianos, voluntariado en iglesias, asociaciones vecinales). Datos de varios países muestran altas tasas de voluntariado entre personas jubiladas. Por ejemplo, en Estados Unidos, más del 25% de los adultos de 65+ reportan hacer voluntariado regular, aportando miles de horas a organizaciones benéficas​. En Europa, si bien el voluntariado tiende a disminuir a edades muy avanzadas, el grupo de 60-70 años suele ser muy activo en trabajo comunitario​. El voluntariado ofrece a los mayores un sentido de propósito, conecta generaciones (por ejemplo, mayores mentores de jóvenes) y mejora su propia salud mental. De hecho, estudios señalan que los mayores que participan en actividades sociales o de aprendizaje presentan mejores indicadores de bienestar y menor riesgo de depresión que aquellos que se aíslan​.

Otra forma de participación social es a través de la política y el activismo cívico. Las personas mayores votan en porcentajes elevados y son un grupo de interés importante para políticas públicas (de ahí que temas como pensiones, salud y accesibilidad urbana estén frecuentemente en la agenda). Asimismo, existen movimientos de mayores que abogan por sus derechos, combaten la discriminación etaria (edadismo) y promueven imágenes positivas de la vejez.

Por último, cabe destacar el papel de los mayores en la transmisión cultural y familiar. En sociedades de todo el mundo, los abuelos y personas mayores son portadores de tradiciones, idiomas y valores que pasan a las siguientes generaciones. Su influencia en la crianza y educación informal de nietos es significativa en muchos países. Por ello, más allá de su actividad “visible” en la economía o en las estadísticas, su aporte a la cohesión social y cultural es inmenso aunque intangible.

Tendencias futuras y proyecciones hacia 2030 y 2040

De cara a la próxima década y más allá, las tendencias apuntan a que la relevancia de las personas mayores de 50 años seguirá en aumento tanto económicamente como en la configuración social y cultural. Algunas proyecciones y expectativas clave para 2030-2040 son:

  • Mayor peso económico: Como ya se indicó, para 2030 se prevé que la contribución de los 50+ al PIB mundial sea aún más alta que el 34% actual, encaminándose al ~39% en 2050​. Esto significa que las estrategias de crecimiento de muchos sectores (consumo, servicios financieros, bienes raíces, turismo) girarán en torno a satisfacer a un consumidor de mayor edad. La economía plateada podría convertirse en uno de los principales motores del crecimiento global. Por ejemplo, industrias como la tecnología asistiva, la biotecnología enfocada en enfermedades de la vejez, los servicios de cuidado y la educación para mayores tendrán un auge.

  • Transformación del mercado laboral: Hacia 2030, es probable que veamos a más septuagenarios en la fuerza laboral que nunca antes, sobre todo en países desarrollados con retrasos en la edad de jubilación. Los trabajadores maduros aportarán experiencia y conocimiento institucional; simultáneamente, las empresas deberán adaptarse con políticas de gestión intergeneracional, esquemas flexibles (por ejemplo, trabajo a tiempo parcial, teletrabajo) y capacitación continua para este grupo. El edadismo (prejuicio por edad) será un tema que requerirá atención sostenida para asegurar que quienes quieran y puedan trabajar después de los 60 lo hagan en condiciones dignas.

  • Sostenibilidad de pensiones y salud pública: Para 2040, muchos sistemas de pensiones habrán llegado a puntos críticos. Países con población muy envejecida (como Japón, varios europeos, Corea) tendrán tasas de dependencia viejos/jóvenes muy altas, requiriendo posiblemente reformas adicionales, desde fomentar la inmigración joven hasta ajustes importantes en beneficios. En salud, la atención preventiva y la gestión eficiente de enfermedades crónicas serán esenciales para contener costos. Es de esperar mayor integración de tecnología en la atención médica de mayores (telemedicina rutinaria, monitoreo remoto de pacientes crónicos, etc.), lo que podría mejorar resultados y reducir hospitalizaciones innecesarias.

  • Cambios culturales en la vejez: La generación que entrará en la vejez en 2030-2040 (los nacidos en los 70 y 80, por ejemplo) tiene diferentes experiencias que las generaciones pasadas. Han tenido mayor acceso a educación, son más familiarizados con la tecnología, y posiblemente mantendrán estilos de vida activos. Esto podría redefinir qué significa tener 70 u 80 años: veremos probablemente más personas mayores viajando en solitario, participando en maratones o emprendiendo proyectos creativos. Al mismo tiempo, aumentará el número de mayores viviendo solos (por cambios familiares y longevidad femenina superior), lo que demandará soluciones de vivienda asistida y comunidad.

  • Integración digital total: Para 2040, prácticamente todos los “nuevos mayores” serán usuarios de internet de larga data. Servicios como banca en línea, comercio electrónico, comunicación digital con la administración pública, serán la norma también para ellos. La brecha digital se redefinirá más por nivel educativo o zona geográfica que por edad en sí. Esto puede facilitar la vida diaria (ej. hacer compras sin salir de casa para quienes tengan movilidad limitada), pero también supone que el cibercrimen y estafas enfocadas en mayores podrían crecer, requiriendo educación digital continua en ciberseguridad para este grupo.

  • Urbanismo y transporte adaptado: Muchas ciudades están preparándose para ser más amigables con las personas mayores (age-friendly cities). Hacia 2030, se espera un avance en infraestructura sin barreras (rampas, semáforos con tiempo suficiente, bancos en calles, baños públicos), transporte público adaptado y servicios locales (centros de día, actividades en barrios) para integrar a la población mayor en la vida urbana. En paralelo, en áreas rurales, donde la población envejece rápidamente debido a la migración de jóvenes a ciudades, habrá retos para proveer servicios de salud, transporte y evitar el aislamiento de los ancianos.

  • Auge de la atención domiciliaria y nuevas formas de cuidado: Con las preferencias cambiando hacia envejecer en casa el mayor tiempo posible, se expandirán los servicios de atención domiciliaria profesional. Robots básicos o asistentes inteligentes podrían ayudar en tareas cotidianas en el hogar para 2040. También podríamos ver fórmulas innovadoras como cohousing intergeneracional (viviendas compartidas por jóvenes y mayores) que combatan la soledad y sean mutuamente beneficiosas.

En conjunto, el panorama futuro muestra a una población de 50 años o más que será numéricamente dominante, económicamente influyente y culturalmente activa. Lejos de ser una carga, los mayores de 50 serán, en palabras de algunos analistas, “el motor de la economía del futuro”​. No obstante, capitalizar esa oportunidad requerirá ajustes importantes: inversiones en salud y pensiones hoy para cosechar los beneficios mañana; políticas que promuevan el envejecimiento activo y saludable; y un cambio de percepción que valore la contribución de las personas mayores en todos los ámbitos.

Conclusión

En resumen, la población global de mayores de 50 años está creciendo en tamaño e importancia a un ritmo sin precedentes. Este grupo diverso —que abarca desde quinquagenarios aún en plena carrera profesional hasta centenarios— es ya responsable de una porción sustancial de la economía mundial y lo será aún más en el futuro. Al mismo tiempo, sus vidas no se definen solo por cifras económicas: los “fiftiers” de hoy y mañana son tecnológicamente más conectados, siguen aprendiendo, viajan, consumen y participan activamente en la sociedad.

Los datos y tendencias presentados evidencian tanto desafíos como oportunidades. Entre los desafíos están garantizar la seguridad económica en la vejez (vía empleabilidad prolongada o pensiones adecuadas), adaptar los sistemas sanitarios y de cuidado a las necesidades del envejecimiento, y combatir la discriminación por edad que aún persiste. Las oportunidades incluyen el dinamismo de la silver economy, la riqueza de experiencia y conocimiento de este grupo, y la posibilidad de sociedades más intergeneracionales donde las personas mayores tengan roles protagónicos en la familia, la comunidad y incluso la innovación (no olvidemos que muchos líderes mundiales, científicos y empresarios destacados superan los 50 o 60 años, lo que contradice la noción de que la creatividad pertenece solo a los jóvenes).

En las próximas décadas, el éxito de las políticas y las empresas probablemente se medirá en buena parte por cómo integren a la creciente población senior. Un mundo para todas las edades —que aproveche el bono de la longevidad— será aquel que entienda que los mayores de 50 no son solo receptores de servicios, sino creadores de valor, cuidadores, voluntarios, consumidores exigentes, estudiantes entusiastas y ciudadanos plenos. Envejecemos como planeta, sí, pero ese envejecimiento viene acompañado de más años de vida que pueden ser plenos y productivos. Prepararse para ello es la tarea que tenemos por delante, con 2030 a la vuelta de la esquina y 2050 en el horizonte de planificación.

Fuentes:

  • Organización Mundial de la Salud (OMS) – Ageing and Health, Fact Sheet

  • Naciones Unidas – World Population Prospects & Ageing Reports

  • AARP / Economist Impact – Global Longevity Economy Outlook

  • Banco Mundial – Pensions & Aging – World Bank Overview

  • OCDE – Pensions at a Glance; Working Better with Age

  • Eurostat – estadísticas de población y sociedad (uso de Internet, turismo, aprendizaje)​

  • Pew Research Center – Technology use among older adults


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