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El arte, la naturaleza y la longevidad marina se unen bajo el mar de Miami

El arte, la naturaleza y la longevidad marina se unen bajo el mar de Miami

Miami Beach ha vuelto a sorprender al mundo con una iniciativa que fusiona arte, ciencia y conciencia ambiental: el parque de esculturas submarinas “Concrete Coral”, una instalación que redefine la relación entre humanidad y océano, entre lo efímero y lo eterno.

Diseñado por el artista Leandro Erlich, el proyecto acaba de abrir sus puertas —o más bien, sus aguas— frente a South Beach, donde 22 esculturas de automóviles de tamaño real fabricadas en hormigón marino reposan silenciosas bajo el Atlántico. Lo que a primera vista podría parecer una escena de tráfico detenido bajo el agua, es en realidad una metáfora de transformación: el paso del exceso humano hacia la regeneración natural.

Cada escultura ha sido concebida para actuar como hábitat artificial para corales nativos, y en las próximas semanas será sembrada con más de 2.200 fragmentos de coral cultivados en laboratorio. La obra, impulsada por la organización REEFLINE, pretende crear un ecosistema marino resiliente y artístico que inspire tanto a buceadores como a científicos.

“Lo que antes simbolizaba contaminación y velocidad, ahora se convierte en refugio y vida. Es un mensaje de esperanza desde el fondo del mar”, explicó Erlich durante la presentación del proyecto.

“Concrete Coral” no es solo arte: es la primera fase de un corredor submarino de 11 kilómetros que recorrerá la costa de Miami Beach, impulsado en parte por un bono municipal de 5 millones de dólares. Este ambicioso plan pretende restaurar el equilibrio marino, proteger la biodiversidad costera y convertir el arte en un motor de sostenibilidad.

Para los FIFTIERS, esta iniciativa refleja una idea poderosa: renacer no es volver a ser joven, sino transformarse para durar. Igual que los corales crecen sobre la piedra del tiempo, las nuevas generaciones —humanas o naturales— florecen sobre lo que dejamos como legado.

Bajo las aguas turquesas del Atlántico, los coches de hormigón comienzan ya su segunda vida. Una vida silenciosa, útil y bella.
Un recordatorio de que la longevidad también puede ser ecológica.


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