Estás leyendo
Salud hormonal a partir de los 50

Salud hormonal a partir de los 50

Llegar a los 50 años conlleva una serie de cambios naturales en nuestro organismo, incluyendo importantes cambios hormonales tanto en mujeres como en hombres. Estas variaciones hormonales pueden influir en el bienestar físico, emocional y mental. Cada persona lo vive de forma distinta: algunas apenas notan las diferencias, mientras que otras experimentan síntomas más marcados. La buena noticia es que con hábitos saludables y apoyo médico cuando hace falta, es posible aliviar muchos de estos síntomas y mantener una vida plena. A continuación, exploraremos cuáles son esos cambios hormonales típicos en mujeres y hombres a partir de los 50, los síntomas que pueden aparecer, los tratamientos disponibles (desde terapias hormonales hasta opciones naturales) y consejos de estilo de vida para llevar esta etapa con salud y optimismo. ¡Recuerda que los 50 pueden ser el comienzo de un capítulo lleno de vitalidad y bienestar!

Cambios hormonales en la mujer: la menopausia

En las mujeres, el cambio hormonal más significativo en torno a los 50 años es la menopausia, que marca el fin de la etapa reproductiva. La menopausia se define como la interrupción definitiva de la menstruación, usualmente confirmada tras 12 meses sin periodo menstrual, y suele ocurrir entre los 40 y 50 años (la edad promedio son 51 años). Durante este proceso, los ovarios reducen drásticamente la producción de las hormonas femeninas estrógeno y progesterona, desencadenando el cese de los ciclos menstruales. Esta disminución hormonal ocurre en un período relativamente corto y es la causa de muchos de los cambios físicos y emocionales de esta etapa. La menopausia es un proceso natural, no una enfermedad, pero la caída de estrógenos y progesterona puede venir acompañada de síntomas físicos (como sofocos) y emocionales que llegan a alterar el sueño, disminuir la energía o afectar el estado de ánimo. En otras palabras, es común que la mujer de alrededor de 50 note que su cuerpo “no se siente como siempre” debido a este cambio hormonal.

Cada mujer experimenta la menopausia de manera diferente: algunas pueden transitarla con síntomas muy leves, mientras que otras sienten molestias más intensas. Es importante saber que, aunque los ovarios dejan de producir estrógeno (marcando el fin de la fertilidad) durante la menopausia, existen muchas maneras de sobrellevar esta etapa con bienestar. Más adelante veremos los síntomas típicos y cómo aliviarlos, pero ten en cuenta que no estás sola en este proceso y que millones de mujeres han pasado por él con éxito. Con la información adecuada, apoyo y cuidados, la menopausia puede afrontarse manteniendo una excelente calidad de vida.

Cambios hormonales en el hombre: la andropausia

En los hombres, los cambios hormonales a partir de los 50 se caracterizan principalmente por la disminución gradual de la testosterona, la hormona sexual masculina. Popularmente se habla de andropausia o incluso “menopausia masculina” para referirse a este fenómeno. A diferencia de la menopausia femenina –que ocurre en un periodo acotado–, la bajada de testosterona en el hombre es lenta y progresiva. De hecho, los niveles de testosterona pueden bajar aproximadamente un 1% cada año a partir de los 40 años. Alrededor de los 50 años, muchos hombres comienzan a notar los efectos de esta caída hormonal, aunque suele manifestarse de forma más sutil que en las mujeres. Los especialistas describen la andropausia como “una serie de alteraciones asociadas a la bajada en la producción de testosterona” propia de la edad. En otras palabras, el hombre de más de 50 también atraviesa un cambio hormonal, aunque sin un evento tan marcado como la menopausia.

No todos los varones experimentarán síntomas claros de andropausia; de hecho, la mayoría de los hombres mayores mantienen niveles de testosterona dentro de rangos normales, y solo un 10–25% desarrolla un déficit hormonal significativo. Aun así, algunos hombres sí notan cambios físicos y emocionales atribuibles a la “testosterona baja” alrededor de esta edad. Médicamente, también se le llama hipogonadismo de inicio tardío cuando la testosterona cae por debajo de cierto nivel con síntomas asociados. Al igual que las mujeres enfrentan la menopausia, los hombres alrededor de los 50 pueden enfrentar la andropausia, definida justamente por esa disminución en la producción de testosteronaimss.gob.mx. La diferencia es que en el hombre la reducción hormonal ocurre a lo largo de muchos años y sus señales pueden ser más ambiguas o pasarse por alto con facilidad. Más adelante detallaremos esos síntomas, pero es importante mencionar que la andropausia no es una enfermedad en sí misma, sino un proceso natural de envejecimiento. Sin embargo, en algunos hombres puede afectar su calidad de vida si no se maneja adecuadamente, por lo que conviene estar atentos y abordar cualquier molestia de forma abierta y proactiva (¡nada de sufrir en silencio!).

Síntomas de la menopausia y su impacto en el bienestar

Cada mujer vive la transición de la menopausia de forma distinta, pero existen síntomas comunes asociados a la bajada de estrógeno y progesterona. Estos síntomas pueden afectar el bienestar físico, emocional y mental en mayor o menor medida. Entre los síntomas físicos y emocionales más frecuentes en la mujer menopáusica se encuentran:

  • Sofocos u oleadas súbitas de calor, a veces acompañados de sudoraciones nocturnas, seguidos de escalofríos. Pueden ser muy molestos, sobre todo cuando ocurren en la noche interrumpiendo el sueño.
  • Sequedad vaginal y adelgazamiento de los tejidos íntimos, lo que puede causar picor, ardor y hacer que las relaciones sexuales sean dolorosas. Esto afecta la comodidad física y puede influir en la vida sexual y la autoestima.
  • Alteraciones del sueño: muchas mujeres tienen dificultad para conciliar o mantener el sueño, en parte por los cambios hormonales (niveles bajos de progesterona y estrógeno pueden provocar insomnio y sudores nocturnos). Consecuencia de ello es sentir más cansancio durante el día.
  • Cambios de humor: es común experimentar mayor irritabilidad, sensibilidad emocional, episodios de tristeza o altibajos anímicos. Estos cambios de humor se deben tanto a las fluctuaciones hormonales como a factores psicológicos (por ejemplo, el estrés de esta transición vital).
  • Dificultades cognitivas leves: algunas mujeres reportan pequeños olvidos o problemas de concentración, a lo que coloquialmente se le llama “niebla mental”. Aunque suelen ser pasajeros, pueden generar frustración.

Estos síntomas varían en intensidad de una mujer a otra. En algunos casos, los sofocos y problemas de sueño son leves; en otros, pueden ser muy intensos y prolongarse varios años después de la menopausia. ¿Cómo afectan al bienestar? Los sofocos y sudores nocturnos, al interrumpir el descanso, pueden provocar fatiga y falta de energía al día siguiente. La falta de sueño acumulada a su vez puede contribuir a mayor irritabilidad y dificultad para concentrarse. La sequedad vaginal y la disminución de la libido pueden afectar la intimidad de la mujer, generando estrés en la relación de pareja o en su propia confianza. Los cambios de humor y la montaña rusa emocional pueden incidir en la autoestima y las relaciones familiares/laborales. Incluso los problemas cognitivos leves pueden preocupar, aunque por lo general no son signos de nada grave. Es normal que, frente a esta cascada de síntomas, la mujer se sienta a ratos abrumada o “fuera de sí”. Lo importante es saber que son efectos temporales y manejables. Con tratamiento adecuado y apoyo, la mayoría de estos malestares se pueden aliviar significativamente. Muchas mujeres describen que, una vez superada la transición, se sienten de nuevo estables y con energía. En todo caso, escucha a tu cuerpo: si algo afecta mucho tu calidad de vida, comenta con tu médico, pues hay soluciones (desde ajustes de rutina hasta medicación) para que no tengas que resignarte a vivir con malestar.

Síntomas de la andropausia y su impacto en el bienestar

En el caso de los hombres, los síntomas asociados a la bajada de testosterona suelen ser más sutiles, pero igualmente pueden influir en el bienestar físico y emocional. Muchos hombres de más de 50 podrían achacar estos cambios al estrés o al envejecimiento en general, sin darse cuenta de que las hormonas también juegan un papel. Entre los síntomas frecuentes en el hombre maduro con testosterona en descenso se incluyen:

  • Disminución del deseo sexual (baja libido) y, a veces, dificultades para mantener la erección con la misma firmeza o frecuencia de antes. Esto puede traducirse en frustración o inseguridad en el ámbito íntimo.
  • Menor energía y más fatiga: muchos hombres describen un cansancio persistente, menos motivación y una caída en la fuerza muscular pese a mantenerse activosimss.gob.mx. Puede costar más realizar esfuerzos que antes eran sencillos, o recuperarse de las actividades diarias.
  • Cambios de humor y estado de ánimo bajo: la irritabilidad, la pérdida de entusiasmo e incluso sentimientos de depresión pueden presentarse en esta etapaimss.gob.mx. La caída de testosterona puede influir en los neurotransmisores cerebrales, afectando el humor y la confianza; algunos hombres se sienten menos “auténticos” o con la moral baja sin una razón aparente.
  • Sofocos y sudoración: aunque suene curioso, algunos hombres también pueden experimentar bochornos o episodios de calor súbito similares a los de las mujeresimss.gob.mx. No es tan común como en la menopausia, pero sucede en ciertos casos de déficit marcado de testosterona, especialmente si reciben tratamientos que reducen andrógenos.
  • Cambios corporales: la disminución de testosterona contribuye a pérdida de masa muscular y fuerza, aumento de la grasa corporal (especialmente abdominal) y a veces al desarrollo de cierta fragilidad ósea (huesos más propensos a la osteoporosis). Algunos hombres notan también una redistribución de peso o incluso ligera reducción de estatura con los añosimss.gob.mx.

Al igual que con la menopausia, estos síntomas pueden impactar la calidad de vida del hombre si no se abordan. Por ejemplo, la fatiga y el bajo impulso vital pueden disminuir el rendimiento en el trabajo o quitar ganas de hacer actividades que antes disfrutaba. Los problemas sexuales, como la baja libido o la disfunción eréctil, pueden afectar la relación de pareja y la autoestima masculina. El estado de ánimo decaído o la depresión pueden llevar a aislarse socialmente o a perder interés en pasatiempos, lo cual crea un círculo vicioso de desánimo. Además, la pérdida de masa muscular y densidad ósea aumentan el riesgo de lesiones o dolores físicos, impactando la independencia a largo plazo.

Es importante destacar que muchos hombres viven la andropausia en silencio, quizá por vergüenza o por la idea de que “es cosa de la edad y no hay nada que hacer”. Uno de los grandes retos es, precisamente, reconocer estos síntomas y hablar abiertamente de ellos. La andropausia no se puede comparar con una enfermedad, pero en algunos varones les afecta de forma notable, pudiendo alterar su vida cotidiana. La buena noticia es que, adoptando ciertos cuidados y hábitos saludables, es posible reducir estos síntomas y prevenir otros problemas de salud asociados (como el riesgo cardiovascular, la hipertensión o la osteoporosis). No hay por qué “aguantar” en silencio: si eres hombre y notas cambios que te preocupan, vale la pena comentarlo con tu médico. Así como las mujeres buscan apoyo para su menopausia, los hombres también merecen atención y soluciones para sentirse mejor en esta etapa. Con pequeños ajustes en el estilo de vida (dieta, ejercicio, manejo del estrés) y, si es necesario, tratamientos médicos, podrás recuperar vitalidad y confianza. ¡A continuación, veamos qué opciones existen!

Tratamientos: opciones hormonales y alternativas naturales

Tanto para mujeres como para hombres, hoy en día existen tratamientos efectivos para manejar los desequilibrios hormonales propios de esta etapa. La elección del tratamiento depende de la intensidad de los síntomas, del estado de salud general y de las preferencias de cada persona. Lo fundamental es siempre hacerlo de la mano de un profesional médico, quien evaluará los beneficios y riesgos en cada caso. Veamos las opciones principales:

En mujeres (menopausia): Cuando los síntomas menopáusicos son intensos y afectan la calidad de vida, una de las opciones más efectivas es la terapia hormonal sustitutiva (THS), también llamada terapia hormonal de la menopausia. Consiste en administrar estrógenos (a menudo combinados con progesterona si la mujer conserva el útero) para aliviar síntomas como sofocos, sudores nocturnos, sequedad vaginal, etc. La THS puede venir en pastillas, parches en la piel, geles o incluso cremas vaginales según el caso. Estabilizar los niveles de estrógeno y progesterona mediante terapia hormonal suele reducir drásticamente los sofocos y otros síntomas, mejorando el bienestar diario. Sin embargo, la terapia hormonal no es para todas las mujeres: conlleva ciertos riesgos (por ejemplo, un ligero aumento en riesgo de trombosis o cáncer de mama dependiendo de la duración del tratamiento y antecedentes personales). Por ello, los expertos aconsejan usar la dosis más baja eficaz durante el tiempo más corto necesario para controlar los síntomas. En otras palabras, la THS puede ser un aliado valioso, siempre que se individualice su uso. Tu médico evaluará tus antecedentes de salud (migrañas, hipertensión, riesgo cardiovascular, antecedentes de cáncer, etc.) antes de recetarla. Si la terapia hormonal está contraindicada o prefieres evitarla, hay medicamentos no hormonales que también se utilizan para ciertos síntomas: por ejemplo, algunos antidepresivos en dosis bajas, medicamentos para la presión arterial o anticonvulsivos han demostrado aliviar sofocos y sudores en mujeres que no pueden tomar estrógeno. Asimismo, existen tratamientos locales para síntomas específicos: cremas o lubricantes de estrógeno para la sequedad vaginal, por ejemplo, que actúan directamente sin afectar a todo el cuerpo. Es importante discutir con tu ginecólogo qué opción es la adecuada para ti.

Además de los fármacos convencionales, muchas mujeres buscan opciones naturales o complementarias para transitar la menopausia. En las farmacias se ofrecen diversos suplementos “anti-sofocos” a base de ingredientes naturales: por ejemplo, estrógenos vegetales (fitoestrógenos) provenientes de la soja o el trébol rojo, la hierba conocida como cohosh negro, ginseng, vitamina E, entre otros. Algunas mujeres reportan mejoría leve de los sofocos utilizando isoflavonas de soja o cohosh negro, pero las investigaciones científicas no han comprobado consistentemente su eficacia. Además, natural no siempre es sinónimo de inocuo: incluso suplementos aparentemente inofensivos pueden tener efectos secundarios o interacciones (por ejemplo, dosis altas de vitamina E pueden ser perjudiciales). Si decides probar algún producto herbario, consulta primero con un profesional de la salud. Otras terapias complementarias que han ganado popularidad incluyen la acupuntura, la hipnosis clínica o la fitoterapia (uso de plantas medicinales); algunas mujeres encuentran alivio con ellas, aunque la evidencia es variable. En resumen: las alternativas naturales pueden considerarse en casos leves o como complemento, pero infórmate bien y mantén expectativas realistas. Nunca reemplaces tratamientos médicos comprobados por un remedio no contrastado sin orientación médica.

En hombres (andropausia): Si los niveles de testosterona de un hombre están muy bajos (confirmado mediante análisis de sangre) y presenta síntomas importantes, el médico puede proponer una terapia de reemplazo de testosterona (TRT). Este tratamiento consiste en aportar testosterona exógena al cuerpo mediante inyecciones periódicas, parches dérmicos, geles transdérmicos aplicados diariamente o cápsulas orales. La TRT bien indicada puede revertir muchos efectos de la “testosterona baja”: suele mejorar el deseo sexual y la función eréctil, aumentar la energía y vitalidad, favorecer la masa muscular y densidad ósea, e incluso levantar el estado de ánimo en algunos pacientes. Muchos hombres bajo TRT describen sentirse “ellos mismos de nuevo”. Ahora bien, la testosterona es un medicamento que requiere controles cuidadosos. Antes de iniciar la terapia y durante la misma, el médico realizará exámenes periódicos, especialmente de la próstata, ya que la TRT está contraindicada en hombres con cáncer de próstata o ciertas afecciones prostáticas. También se vigilan parámetros como el hematocrito (la testosterona puede aumentar la producción de glóbulos rojos) y el perfil metabólico. Por eso, la TRT debe ser siempre individualizada y supervisada por un endocrinólogo o urólogo; no es adecuada para todos los hombres. Para quienes no pueden o no desean usar testosterona exógena, a veces se recurre a tratamientos sintomáticos: por ejemplo, medicamentos para la disfunción eréctil (como los inhibidores de la PDE5 tipo sildenafil) si ese es el principal problema, o antidepresivos/terapia psicológica si predomina el estado de ánimo bajo. Lo importante es no automedicarse: si sospechas que puedes tener andropausia con síntomas, acude al médico para una evaluación completa en lugar de comprar testosterona por cuenta propia (uso indebido de testosterona sin control puede ser peligroso).

¿Y qué hay de las opciones naturales en hombres? Al igual que con la menopausia, existen remedios populares que muchos hombres exploran para mejorar su vitalidad. Algunos suplementos herbales que se han hecho conocidos para la andropausia son, por ejemplo, la maca andina, el ginseng y el ginkgo biloba. El ginkgo biloba, en infusión o extracto, se ha utilizado porque mejora la circulación sanguínea y podría favorecer las erecciones a la vez que brinda más energía. La maca es una raíz peruana empleada tradicionalmente para aumentar la libido y el vigor; algunos estudios sugieren ligeros beneficios en disfunción eréctil leve, probablemente por mejorar la circulación. El ginseng, por su parte, es un conocido energizante natural que podría ayudar a combatir la fatiga y la apatía, además de estimular el deseo sexual, por lo que se le considera uno de los mejores remedios herbales para la andropausia según algunas fuentes. Si bien estos productos son naturales, no dejan de tener contraindicaciones: por ejemplo, el ginseng puede elevar la presión arterial o interactuar con medicamentos, el ginkgo tiene riesgo de afectar la coagulación, etc. Y, muy importante, sus efectos positivos no están garantizados ni son muy potentes; pueden ayudar en casos leves, pero difícilmente resolverán un déficit hormonal severo. Tomarlos no sustituye un tratamiento médico cuando éste es necesario. Así que, si optas por probar suplementos naturales, hazlo informado: consulta las dosis adecuadas, posibles efectos secundarios y coméntale a tu médico que los estás tomando. Afortunadamente, muchos síntomas de la andropausia pueden mejorar también con medidas de estilo de vida, de las que hablaremos a continuación, de modo que los remedios naturales deben verse solo como un complemento dentro de un plan integral de bienestar.

En resumen, hoy disponemos de múltiples herramientas para manejar los cambios hormonales de los 50. Desde terapias hormonales sustitutivas (con indicación médica precisa) hasta medicamentos no hormonales y enfoques naturales, hay opciones para cada necesidad. La clave es un abordaje personalizado: lo que funciona para una amiga puede que no sea ideal para ti, y viceversa. Por eso, mantener una comunicación abierta con profesionales de la salud de confianza (ginecólogos, urólogos, endocrinólogos) es fundamental. Juntos pueden diseñar un plan que equilibre riesgos y beneficios, y que te haga sentir lo mejor posible. Y recuerda: tratamientos aparte, el estilo de vida saludable es el pilar central para sobrellevar esta etapa. Veamos ahora esos consejos prácticos que están en tus manos.

Consejos de estilo de vida para equilibrar las hormonas

Además de los tratamientos médicos, lo que hacemos en nuestro día a día tiene un enorme impacto en la salud hormonal y general tras los 50. De hecho, muchos síntomas tanto de menopausia como de andropausia pueden mitigarse con hábitos saludables. A continuación, te brindamos varios consejos prácticos de estilo de vida enfocados en alimentación, ejercicio, descanso y manejo del estrés, que pueden ayudarte a sentirte mejor en esta etapa. ¡Pequeños cambios pueden marcar una gran diferencia!

Alimentación saludable y equilibrada

Una dieta equilibrada es fundamental para mantener el cuerpo fuerte y minimizar los efectos indeseados de los cambios hormonales. Se recomienda llevar una alimentación variada basada en comida real: verduras, frutas, legumbres, cereales integrales, frutos secos, lácteos o sus sustitutos, y proteínas magras de calidad (como pescado, pollo, pavo, huevos). Al mismo tiempo, conviene evitar el exceso de alimentos procesados y reducir el consumo de grasas trans, comidas muy fritas y azúcares refinados, ya que estos contribuyen a la ganancia de peso y problemas metabólicos. Controlar el peso es importante: la obesidad puede agravar los síntomas hormonales (por ejemplo, aumenta la resistencia a la insulina, empeora sofocos en mujeres y acelera la baja de testosterona en hombres)imss.gob.mx.

Incluye en tu dieta nutrientes clave para esta etapa. Por ejemplo, asegúrate un buen aporte de calcio y vitamina D para proteger tus huesos (leche y derivados, bebidas fortificadas, almendras, brócoli, espinacas, y tomar algo de sol para la vitamina D). Consume suficiente proteína para mantener tus músculos: carnes magras, pescado, legumbres y frutos secos son excelentes fuentes. Una dieta rica en fibra (vegetales, frutas frescas, cereales integrales) ayuda a la digestión y a controlar el apetito. Por otro lado, ciertos alimentos pueden tener beneficios adicionales: las comidas ricas en ácidos grasos omega-3 (como el pescado azul, semillas de lino o chía, nueces) poseen efectos antiinflamatorios y se han asociado con mejor estado de ánimo y menor fatiga. La vitamina E, presente en alimentos como el aguacate, las almendras, semillas de girasol, espinacas y brócoli, podría ayudar a reducir la frecuencia e intensidad de los sofocos en algunas mujeres.

Un capítulo interesante son los fitoestrógenos, compuestos de origen vegetal que tienen una acción débil similar al estrógeno. Alimentos como la soja y sus derivados (tofu, leche de soja, edamame, tempeh) o la linaza (semillas de lino) contienen fitoestrógenos naturales. Incluirlos en la dieta podría ayudar a equilibrar ligeramente las hormonas y aliviar síntomas menopáusicos leves en ciertas mujeres (aunque no hacen milagros, por supuesto). En cualquier caso, son alimentos saludables que aportan proteínas y fibra, así que valen la pena. También mantente bien hidratada/o: beber suficiente agua (unos 6-8 vasos al día, según tu sed y actividad) favorece el metabolismo y ayuda a combatir síntomas como la piel seca o la fatiga.

Por último, presta atención a los estimulantes y las porciones. Modera el consumo de cafeína (café, té, colas) especialmente por la tarde/noche, ya que puede interferir con el sueño. El alcohol también debe tomarse con moderación: más de una copa diaria puede empeorar los sofocos en mujeres y contribuir a disminuir testosterona en hombres, además de afectar el sueño y el hígado. Intenta realizar comidas regulares y equilibradas a lo largo del día para mantener estables tus niveles de energía. ¡Y disfruta de la comida saludable! Comer bien no significa dieta aburrida: puedes explorar recetas nuevas, usar especias y hierbas para realzar sabores (en lugar de abusar de la sal), y tomarte el tiempo de disfrutar tus alimentos. Una buena alimentación te hará sentir más vital y te dará las bases nutricionales para enfrentar con éxito cualquier reto hormonal.

Ejercicio regular y movimiento activo

Una mujer madura ejercitándose: la actividad física es clave para la salud hormonal en esta etapa. Mantenerse activa/o físicamente después de los 50 es uno de los mejores remedios naturales para equilibrar las hormonas y promover el bienestar general. El ejercicio habitual ayuda a contrarrestar muchos efectos de la menopausia y andropausia. Por ejemplo, realizar entrenamiento de fuerza (como levantar pesitas, usar bandas elásticas o hacer ejercicios de resistencia con el propio peso) ayuda a conservar y aumentar la masa muscular, la cual tiende a reducirse con la edad y los cambios hormonales. Esto no solo mejora la fuerza y la funcionalidad en el día a día, sino que también fortalece los huesos, protegiendo contra la osteoporosis que puede acelerarse tras la menopausia. Asimismo, las actividades aeróbicas o cardiovasculares (caminar a paso ligero, nadar, montar bici estática, bailar, trotar suavemente, etc.) benefician la salud del corazón y la circulación, ayudando a controlar el peso y disminuyendo el riesgo de hipertensión y enfermedades cardíacas.

El ejercicio tiene un poderoso impacto en el estado de ánimo: al mover el cuerpo liberamos endorfinas y otras hormonas del bienestar que reducen el estrés, la ansiedad y mejoran la calidad del sueño. Muchos estudios muestran que las personas activas duermen mejor y manejan con más resiliencia los cambios emocionales. Incluso se ha observado que ciertos ejercicios de tipo mente-cuerpo, como el yoga, el pilates o simplemente rutinas de estiramientos, pueden ayudar a aliviar síntomas como los sofocos y mejorar la estabilidad emocional. Por ejemplo, practicar yoga regularmente ha demostrado disminuir la frecuencia de los sofocos en algunas mujeres menopáusicas, a la vez que mejora la flexibilidad y equilibrio. Además, el ejercicio puede convertirse en un espacio personal de desconexión y disfrute: ya sea dar un paseo al aire libre, salir a bailar en grupo o ir al gimnasio, es un tiempo que inviertes en ti y en tu bienestar.

Lo ideal es acumular al menos 30 minutos de actividad física la mayoría de días de la semana. Si no has sido muy activo/a hasta ahora, comienza de a poco: caminatas de 15-20 minutos e ir aumentando, probar alguna clase de baile para principiantes, nadar unas cuantas piscinas, etc. ¡Nunca es tarde para empezar! Incluso si en el pasado no hacías ejercicio con regularidad, comenzar durante la menopausia o andropausia te brindará notables beneficios. Encuentra una actividad que disfrutes, así será más fácil mantener el hábito. Y recuerda calentar antes de ejercitar y escuchar a tu cuerpo para evitar lesiones. Con consistencia, notarás que tu fuerza, energía y ánimo mejoran. El ejercicio regular realmente aumenta la vitalidad: muchos hombres y mujeres descubren en sus 50 que pueden estar en gran forma física y sentirse magníficamente, gracias a adoptar un estilo de vida activo. Eso sí, si tienes alguna condición de salud preexistente, consulta con tu médico para elegir el tipo de ejercicio más adecuado. En resumen: muévete lo que puedas y te guste – tu cuerpo y mente te lo agradecerán con creces.

Descanso adecuado y hábitos de sueño

El sueño reparador es otro pilar para sobrellevar bien los cambios hormonales. No subestimes el poder de una buena noche de descanso: dormir bien permite que el cuerpo se recupere, regula las hormonas del estrés, mantiene fuerte el sistema inmune y mejora el estado de ánimo y la claridad mental. Sin embargo, muchas personas en la mediana edad sufren insomnio o trastornos del sueño ligados a los cambios hormonales (sofocos nocturnos en mujeres, apnea del sueño que se vuelve más común en ambos sexos con la edad, etc.). Por eso, es importante establecer buenos hábitos de higiene del sueño:

  • Mantén un horario regular: trata de acostarte y levantarte a horas similares cada día, incluso los fines de semana. Esta rutina ayuda a tu reloj interno a prepararse para dormir. Si tomas siestas, que sean cortas (20-30 minutos) y no muy tarde, para que no interfieran con el sueño nocturno.
  • Crea un ambiente propicio: tu dormitorio debe ser un lugar cómodo y tranquilo. Mantén la habitación oscura, silenciosa y a una temperatura fresca agradable (el exceso de calor puede detonar sofocos o sudoraciones). Usa sábanas de algodón transpirables y ropa de dormir ligera; si viene un sofoco, es más fácil quitarte una cobija o capa de ropa ligera que algo muy abrigado.
  • Evita estimulantes antes de dormir: limita la cafeína después del mediodía y no consumas bebidas energéticas en la tarde/noche. También es aconsejable no cenar muy tarde ni muy pesado; deja pasar unas 2-3 horas entre la cena y la hora de acostarte. Reduce el alcohol por la noche: aunque pueda dar sueño al inicio, interfiere con la calidad del descanso y puede empeorar los sudores nocturnos. Igualmente, evita fumar o vapear cerca de la hora de dormir (la nicotina es un estimulante). En cambio, puedes tomar algo tibio y relajante antes de acostarte, como una infusión sin cafeína (por ejemplo de manzanilla) o un vaso de leche tibia, que pueden favorecer la sensación de somnolencia.
  • Desconéctate de las pantallas: la luz azul de celulares, computadoras y televisores puede engañar a tu cerebro haciéndole creer que “aún no es hora de dormir”. Intenta apagar pantallas al menos 30-60 minutos antes de acostarte. En su lugar, desarrolla una rutina relajante: lee un libro en papel, escucha música suave, practica ejercicios de respiración o date una ducha tibia. Estas actividades le indican a tu cuerpo que es momento de bajar revoluciones.
  • Prepárate para los posibles despertares: si los sofocos o urgencias de orinar te despiertan, ten soluciones a mano. Por ejemplo, deja un vaso de agua fría junto a la cama para refrescarte, usa el baño antes de acostarte para minimizar interrupciones, y si despiertas muy acalorado/a por un sudor nocturno, levántate con calma, date aire (incluso abrir el congelador un momento ayuda a algunas personas a enfriarse) y luego vuelve a la cama una vez te sientas mejor. Practicar respiración profunda también sirve: inspira lento por la nariz y exhala por la boca, esto activa la respuesta de relajación del organismo y podría ayudar a disipar el sofoco o la ansiedad del momento.
  • Consulta si los problemas persisten: si a pesar de todo te sigues dando vueltas en la cama noche tras noche, habla con tu médico. Puede haber causas médicas tratables (por ejemplo, la apnea del sueño es frecuente en hombres de esta edad y tiene tratamiento). También hay terapias cognitivo-conductuales para insomnio muy efectivas. No te resignes a “ya no dormir bien nunca más”; el sueño es vital y recuperar un patrón de descanso adecuado mejorará todos los demás aspectos de tu vida.

En síntesis, prioriza el descanso como parte de tu autocuidado diario. Intenta dormir unas 7-8 horas por noche o lo que tu cuerpo necesite para sentirse recuperado. Un buen sueño reduce la fatiga, ayuda a controlar el peso (ya que las hormonas del apetito se desajustan con la falta de sueño) y te hará lidiar mejor con cualquier síntoma que surja. ¡Dulces sueños!

Manejo del estrés y bienestar emocional

El equilibrio emocional puede verse retado durante los 50, no solo por las hormonas, sino también por circunstancias de la vida (hijos que se van de casa, padres envejeciendo, jubilación acercándose, etc.). Por ello, dedicar atención al manejo del estrés y al cuidado de la salud mental es esencial. Un nivel alto de estrés puede empeorar síntomas como los sofocos en mujeres o contribuir a la fatiga y bajo deseo sexual en hombres, debido a la acción de la hormona del estrés (cortisol) que a su vez desregula otras hormonas. Aquí van algunos consejos para mantener la calma y resiliencia:

  • Haz de la relajación una rutina: Busca diariamente momentos para relajarte y desconectar. Pueden ser pequeños oasis de 15-30 minutos donde hagas algo que te serene: escuchar música tranquila, practicar meditación o mindfulness, orar si eres religioso, salir a dar un paseo al aire libre, dedicarse a un hobby manual (pintar, jardinería, tejer, bricolaje). Técnicas como la respiración profunda o la relajación progresiva de los músculos también son útiles y se pueden hacer en cualquier lugar. Lo importante es encontrar qué método te ayuda personalmente a soltar tensiones. Por ejemplo, reservar media hora al día para leer un buen libro o simplemente sentarte en silencio con un té puede marcar diferencia en tu nivel de estrés.
  • Prueba actividades mente-cuerpo: disciplinas como el Yoga, Tai Chi o Pilates combinan movimiento físico suave con control de la respiración y enfoque mental, reduciendo el estrés y la ansiedad a la vez que mejoran la flexibilidad y fuerza. No te intimides si en las clases predominan personas más jóvenes o de otro género; estas prácticas son beneficiosas para todos. De hecho, muchos hombres han descubierto el yoga y reportan sentirse más relajados y con menos dolores. Atrévete a probar, quizá te encante esta nueva faceta.
  • Cuida tu vida social y afectiva: El apoyo de amigos, familiares o grupos de pares es un gran amortiguador del estrés. No te aísles; procura compartir tiempo de calidad con tus seres queridos. Hablar con personas que estén atravesando experiencias similares (otras mujeres en menopausia, otros hombres en mid-life) puede darte perspectiva y comprensión mutua. Reír en compañía es terapéutico – ¡organiza una cena con amigos, una salida al cine, o simplemente una charla por teléfono para ponerte al día y reír un rato! Si te sientes triste o irritable, confiésaselo a alguien de confianza; a veces desahogarse alivia la carga emocional.
  • Organiza y delega: El estrés a menudo viene de sentirnos sobrepasados por las responsabilidades. Aprende a priorizar tareas y delegar cuando sea posible. En el trabajo, enfócate en lo importante y comunica a tu equipo si necesitas apoyo extra en momentos difíciles. En casa, reparte las labores familiares; tus hijos adolescentes, tu pareja u otros convivientes pueden colaborar más. No temas decir “no” cortésmente a compromisos sociales o laborales adicionales si sientes que afectarán tu equilibrio. Proteger tu tiempo y energía no es egoísmo, es autocuidado.
  • Adopta pensamientos positivos y se indulgente contigo: A los 50 uno suele ser muy consciente de sus cambios y limitaciones, pero trata de no ser demasiado duro contigo mismo. En lugar de enfocarte en “ya no soy tan joven” o “mi cuerpo está cambiando y me molesta”, enfócate en lo logrado y en lo que sí puedes hacer para estar bien. Practica la gratitud diaria (piensa en 3 cosas buenas cada día, por pequeñas que sean). Recuérdate que eres más que tus hormonas: esta etapa también trae sabiduría, libertad y nuevas oportunidades. Un enfoque mental positivo puede disminuir la percepción de los síntomas y motivarte a seguir hábitos saludables.

Por último, pero sumamente importante: evita las válvulas de escape poco saludables para el estrés. Es tentador recurrir al tabaco, alcohol u otras sustancias para sentir alivio momentáneo, pero a la larga empeoran la situación. Fumar tiene un impacto muy negativo: acelera la pérdida ósea, envejece la piel, aumenta el riesgo cardiovascular y en las mujeres fumadoras la menopausia suele llegar antes y con sofocos más intensos. El alcohol en exceso también empeora los trastornos del estado de ánimo, del sueño y puede agravar problemas sexuales (en hombres, beber demasiado a largo plazo deprime los niveles de testosterona y la función eréctil). Por ello, modera o elimina estas sustancias tóxicas de tu vida. Si fumas, considera seriamente dejarlo (tu médico puede ayudarte con programas o medicación para lograrlo). Si tomas alcohol, que sea con moderación (por ejemplo, una copa de vino ocasional está bien, pero evita beber a diario o en grandes cantidades). Y por supuesto, ni se te ocurra automedicarte con fármacos tranquilizantes o suplementos no recetados para lidiar con el estrés; siempre consulta con un profesional.

En resumen, cultivar la calma mental y el equilibrio emocional es tan importante como cuidar el cuerpo. Un estilo de vida más relajado y consciente, con espacio para el disfrute, la conexión social y el autocuidado, te ayudará a sobrellevar mejor cualquier altibajo hormonal. Y si sientes que la ansiedad, el insomnio o la depresión te sobrepasan, no dudes en buscar ayuda profesional (terapia psicológica, por ejemplo). La salud mental es parte integral de tu bienestar.

Importancia del seguimiento médico

Hemos visto que la salud hormonal después de los 50 abarca múltiples aspectos y que, con los cuidados adecuados, se puede llevar esta etapa con calidad de vida. En este sentido, es fundamental contar con el acompañamiento médico periódico. Los expertos recomiendan continuar con tus chequeos regulares de salud antes, durante y después de la menopausia/andropausia. Esto implica seguir asistiendo a las revisiones ginecológicas o urológicas de rutina, y consultar al profesional de atención médica cualquier síntoma inusual o preocupante. Un médico puede confirmar si los síntomas que experimentas se deben efectivamente a cambios hormonales propios de la edad u si pudieran estar relacionados con otra condición tratable (por ejemplo, problemas de tiroides, anemia, etc., que a veces producen síntomas similares).

Para las mujeres, el seguimiento médico incluye visitas al ginecólogo para controles de mamá (mamografías periódicas), exámenes pélvicos, y eventualmente una densitometría ósea para evaluar la salud de los huesos después de algunos años de menopausia. Comentar con el médico los síntomas de menopausia es importante: existen pautas actualizadas sobre quiénes pueden beneficiarse de la terapia hormonal y durante cuánto tiempo, así como alternativas para quienes no la usan. Tu ginecólogo podrá ayudarte a navegar por estas decisiones y monitorear tu progreso, ajustando tratamientos según sea necesario. No dudes en mencionar cualquier cambio en tu cuerpo: desde alteraciones del estado de ánimo significativas hasta sangrados vaginales anómalos (por ejemplo, cualquier sangrado después de la menopausia debe ser evaluado inmediatamente). Llevar un registro de tus síntomas y dudas te ayudará a aprovechar mejor la consulta médica.

Para los hombres, puede ser recomendable a partir de los 50 realizar un control con el urólogo o endocrinólogo, especialmente si notas síntomas de posible andropausia. El médico evaluará tu historial clínico, puede solicitar un análisis de sangre para medir la testosterona total (generalmente por la mañana), y en base a los resultados y tu sintomatología decidirá si es necesario algún tratamiento o simplemente observación y cambios de estilo de vida. Asimismo, los hombres deben cumplir con las pruebas preventivas de esta edad: el control de la próstata (como el tacto rectal y/o el test de PSA según recomendaciones individuales), chequeos cardiometabólicos (presión arterial, colesterol, glucosa) y colonoscopias o estudios de colon a la edad indicada, entre otros. La salud es un conjunto, y mantener al día estos controles te permite detectar a tiempo cualquier problema no relacionado con hormonas también. Si estás bajo terapia de reemplazo de testosterona, el seguimiento médico es imprescindible para verificar que todo marche bien y no haya efectos secundarios.

En todos los casos, tener un médico de cabecera de confianza con quien puedas conversar abiertamente es de gran ayuda. No tengas vergüenza de hablar de síntomas “íntimos” como la disfunción sexual, los cambios en el estado de ánimo o problemas urinarios; los profesionales de la salud están acostumbrados y podrán darte orientación. Muchas veces, un simple consejo médico puede mejorar tu situación significativamente. Por ejemplo, algo tan sencillo como un lubricante vaginal adecuado recomendado por el ginecólogo puede resolver las molestias en relaciones sexuales; o detectar a tiempo una presión arterial elevada puede prevenir complicaciones mayores.

Para concluir, la salud hormonal a partir de los 50 es un viaje de autoconocimiento y adaptación. El cuerpo cambia, sí, pero con esos cambios también llegan nuevas etapas llenas de posibilidades. Mantén una actitud positiva y activa frente a tu salud: infórmate (¡como lo estás haciendo ahora mismo!), adopta hábitos beneficiosos, apóyate en tus seres queridos y confía en la guía de los profesionales. Si haces todo esto, no solo superarás los desafíos hormonales, sino que puedes incluso sentirte mejor que antes. Muchas personas descubren que, tras ajustar su estilo de vida, a los 50 o 60 años gozan de una salud envidiable. Al fin y al cabo, cada etapa de la vida tiene su encanto y sus retos; lo importante es encararlos con sabiduría y amor propio.

En resumen: cuida tu cuerpo con buena alimentación y ejercicio, cuida tu mente reduciendo el estrés, y cuida de ti acudiendo al médico regularmente para prevenir y tratar a tiempo cualquier problema. Los cambios hormonales son naturales, pero no tienes por qué afrontarlos en soledad ni con resignación. Con los apoyos adecuados, esta etapa puede ser tan plena y gratificante como cualquier otra, llena de momentos saludables, crecimiento personal y bienestar. ¡A disfrutar de la vida después de los 50 con salud y entusiasmo!


Descubre más desde FIFTIERS

Suscríbete y recibe las últimas entradas en tu correo electrónico.

¿Cuál es tu reacción?
ES UNA PASADA
0
ME ENCANTA
0
ME GUSTA
0
NO SÉ
0
QUÉ TONTERÍA
0
Ver comentarios

Deja una respuesta

(Tu correo electrónico no será publicado, sólo lo pedimos para que te llegue el comentario y sus respuestas)